(1141) Los indios vieron claro que los
españoles estaban desmoralizados: "Comprendiendo que les tenían miedo y
que trataban ya de huir al navío, los acometieron dentro de su propio fuerte, pero
murieron muchos indios derribados a lanzadas. Estaba entre los cristianos un
clérigo, natural de Lepe, llamado Hernando de Abrigo, valiente hombre, junto
con un soldado de Medellín llamado Hernando Ortiz, para animar a los demás (está
claro que era un caso de heroicidad generosa), y salieron del fuerte con intención
de trabar pelea con los indios. A estos dos hombres valientes, mientras
peleaban, y, aunque dieron muerte a muchos indios, los cercaron por todas partes y los mataron a
lanzadas. Viendo los demás que no podían dejar de perderse, salieron por una
ladera abajo hacia la mar, y los indios mataron a seis cristianos, de los que
iban a pie, al pasar un río pequeño. Francisco Peña, natural de Valdepeñas,
como estaba tan mal herido de las lanzadas que en la empalizada le habían dado,
se fue hacia el navío y pudo llegar a tiempo de subir al batel. Diego Cano,
natural de Madrigal, cuando llegó a la playa vio que el batel se iba. Aunque
los llamó, no querían volver porque estaba muy cargado. Entonces Cano espoleó a
su caballo y fueron nadando tras el batel, y, cuando lo vieron acercarse, lo
tomaron consigo, y el caballo, tras haberlo dejado libre, se volvió solo a
tierra. Los demás españoles iban huyendo en dirección a Santiago, tomaron un
camino por la costa del mar que era poco usado, y, aunque también lo hallaron
cerrado por los indios, pudieron seguir adelante, pero a algunos los
mataron".
Por si no fuera bastante la desgracia de
ser derrotados, con heridos y muertos, tuvieron que soportar críticas de los
vecinos de cuando llegaron a la ciudad: "De esta desdicha y mal planteamiento,
decían en Santiago que tenían ellos la culpa, y que les fue bien merecido, por querer
poblar setenta hombres, sin artillería ni arcabuceo, una ciudad que ciento treinta
se habían visto obligado a despoblar. Y, ciertamente, lo que les ocurrió, ya se
lo habían avisado en la ciudad de Santiago algunos hombres que entendían de
estos asuntos. Murieron en este enfrentamiento diecinueve soldados, y los que
escaparon llegaron desbaratados a Santiago. Los que estaban en el navío, se
fueron al puerto de Valparaíso, de donde habían partido. Decían que Francisco
de Villagra no mostró pesarle esta derrota, pues, cuando él despobló Concepción,
lo hizo pensando en el futuro, ya que, para no perder más de lo perdido, se
retiró a tiempo, antes de que, queriendo, no pudiese". Recordemos que
Francisco de Villagra no participó en este fracasado intento de repoblar
Concepción, ya que, por el conflicto con Francisco de Aguirre, quedaron ambos
al margen del mando, y fue la Audiencia de Lima la que dio la orden de que los
vecinos de Santiago la repoblaran, los cuales pusieron al frente de la tropa al
capitán Juan de Alvarado. Pero hubo de
repente un cambio, que tampoco le
satisfizo a Villagra: "Llegó entonces una provisión de la Audiencia
de Lima, por la que aquellos señores nombraban a Francisco de Villagra corregidor
de todo el reino de Chile. Pero también se supo entonces que Su Majestad había nombrado
en España a Jerónimo de Alderete gobernador de Chile, por muerte de Valdivia, y
le había concedido un Hábito de Santiago. Por lo cual Villagra no podía
disimular el disgusto que recibía, porque había esperado que Gaspar Orense le
negociaría la gobernación para él". No obstante, recordemos las rápidas
carambolas ya conocidas: Jerónimo murió, Orense también, y años después,
gracias a Agustín de Cisneros, Villagra será gobernador.
(Imagen PEDRO GÓMEZ DE DON BENITO (también
conocido como Pedro Gómez de las Montañas), nació en Don Benito (Badajoz) hacia
el año 1492. Estaba ya en las Indias hacia año 1510 con Pánfilo de Narváez, el
cual fue derrotado por Hernán Cortés en 1520, a quien después se unió Pedro
Gómez. Luego le sedujo una nueva aventura: se trasladó a Perú en 1534, y un año
más tarde participó con Diego de Almagro
en la primera expedición que fue a Chile. El viaje de ida fue un horror,
muriendo por lo gélidos Andes gran cantidad de los indios que les acompañaban y
bastantes españoles. Pero en Chile no encontraron lo que esperaban, y Almagro
decidió regresar a Perú para reclamar a Pizarro competencias que consideraba
suyas. El viaje de vuelta fue otro horror atravesando el terrible desierto de
Atacama, y llegaron al Cuzco el año 1537. Poco después fue ejecutado Almagro, y
Pedro Gómez se puso al servicio de Francisco Pizarro para luchar contra la rebelión
de Manco Inca y sus indios. En 1540, partió de nuevo para Chile, yendo con Pedro
de Valdivia y luciendo el importante cargo de maestre de campo. Fueron por
Atacama, donde veían al pasar las cadáveres momificados de personas y caballos
de la expedición de Almagro. El 12 de febrero de 1541 llegaron a un lugar apto
para establecer un poblado, y así surgió Santiago, la capital de Chile. Como
otros capitanes fundadores, ejerció allí cargos políticos, incluso el de corregidor,
puesto de máximo relieve. Pedro Gómez se había casado pronto en Don Benito con
Isabel Pardo Parraguez, y llegaron a tener seis hijos, pero un documento revela
que, en un mismo día, el seis de mayo de 1553, legitimó a otros cinco, uno
llamado como él, Pedro Gómez de Don Benito, más cuatro con los nombres de Alonso, Diego, Inés y María, quizá tenidos con
alguna nativa, y, sin duda, mientras convivía con su mujer. Se da la
circunstancia de que en las biografías de PEDRO GÓMEZ DE DON BENITO hay, casi
con seguridad, un evidente error en cuanto a la fecha en que murió. Algunos suponen
que vivió más de cien años, y otros apuntan a unos setenta y cinco. Pero se
debe a que lo confunden con su hijo del mismo nombre y apellidos. Prefiero
apostar por lo que ha dicho anteriormente Marmolejo, quien, sin duda, lo
conoció: "Luego salieron muchos indios con lanzas, y derribaron a cuatro
cristianos, siendo uno de ellos Pedro Gómez de las Montañas, buen soldado, y
los hicieron pedazos (y está refiriéndose al mes de diciembre del año 1556)".
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