lunes, 19 de junio de 2017

(Día 411) A la hora de reactivar este blog, explico su contenido, la historia de PIZARRO Y LA CONQUISTA DE MÉXICO, con una declaración de intenciones sobre el método que emplearé: procurar siempre mantener la amenidad, el entusiasmo y, paradójicamente, la objetividad.

PIZARRO Y LA CONQUISTA DEL PERÚ

     
(1) El día 6 de octubre del año pasado, 2016, dejé paralizado (aunque abierto a cualquier lector interesado) este blog tras haber permanecido 410 días continuos narrando hechos de la asombrosa historia de los españoles en Las Indias. Los 162 últimos  estuvieron dedicados a resumir el magnífico y extenso libro HISTORIA VERDADERA DE LA CONQUISTA DE LA NUEVA ESPAÑA, escrito por uno de sus protagonistas, el sencillo pero excepcional BERNAL DÍAZ DEL CASTILLO.
     Después de esta larga pausa, ‘vuelvo a las andadas’, sumergiéndome en otra historia muy parecida en su peripecia y en su grandiosidad, pero, como es natural, con algunas diferencias importantes respecto a lo que fue lo que contó magistralmente Bernal sobre el descubrimiento y ocupación del imperio azteca. Ahora ‘toca’ hablar de la conquista de Perú.
    No solo voy a cambiar de historia, sino también la manera en que deseo contarla. Mantendré la  misma pasión, que brotará de la frescura de las impresiones que me han producido los acontecimientos que he ido conociendo. Seguiré esmerándome en ser objetivo, fiel a los hechos, cuidadoso con sus protagonistas, mostrando empatía con los indios y con los españoles, evitando también juicios desenfocados por nuestra perspectiva actual, y me esforzaré en tratar de conseguir que la forma de narrar sea lo más amena posible, con cierto sentido del humor y cercanía a quien lo lea, sin pedantería ni estilo doctoral, algo que no me corresponde porque, afortunadamente, este trabajo no será, ni de lejos, una tesis doctoral.
     Pero haré un cambio arriesgado: no tener como tertuliano al entrañable ectoplasma de Sancho Ortiz de Matienzo (fallecido en 1521), de quien escribí una amplia biografía. Fue antes un recurso muy agradable y le daba viveza a la narración, pero creo que sería un error ‘tocar en la misma tecla’ (como diría Bernal), porque esto va a ir para largo y resultaría agotador mantener tanto tiempo ‘el dúo’. Sin embargo, sí me referiré a él en algunas ocasiones, ya que Sancho tuvo mucho que ver con las historias de Indias. Yo casi podría decir que, como director de la Casa de la Contratación de Indias, no solo mandó a aquellas tierras ‘enchufados’ a sus dos importantes sobrinos, Juan y Pedro Ortiz de Matienzo, sino también a mí, quedando luego deslumbrado por todo lo que fui conociendo de aquella epopeya. Espero, no obstante, poder mantener el tono riguroso en los hechos y ameno en la narración que creo conseguimos Sancho y yo juntos.
    Como he insinuado, habrá también asombrosos parecidos entre las hazañas de Pizarro y Cortés, de Perú y México. Tengo intención de irlos comparando según transcurra la historia, y comprobaremos que también hubo notables diferencias en sus vidas y en sus conquistas.
   Lo que ya escribí en el blog tuvo un éxito notable, que, para decepción mía, fue mucho mayor en el extranjero (sobre todo en Estados Unidos) que en España. Decepción y sorpresa, porque era de suponer que ocurriría lo contrario. A pesar de estar paralizado el texto, siguen siendo abundantes las visitas, auque conozco a muy pocos de los lectores, por lo que cada página escrita será para mí principalmente una sencilla pero entusiasmada charla con unos pocos amigos.
    Como en Las Indias los grandes personajes cruzaron sus vidas con frecuencia, va a ser necesario que me vaya de vez en cuando por las ramas para dar alguna pincelada sobre sus biografías, todas ellas dignas de un peliculón. Pero que no cunda el pánico, porque merecerá la pena hacerlo y volveré rápidamente al tronco principal, que es Pizarro. En cualquier caso, esto va a durar mucho, y habrá que darle un premio de consolación al lector que siga fiel a la tertulia hasta el último día.
    Va a ser también necesario indicar cuáles son las principales fuentes que he consultado para contar esta larga historia. De los historiadores de nuestra época, he seguido, sobre todo, a uno, y me ha servido para el esquema central de la historia de Pizarro. Se trata de Manuel Ballesteros Gaibrois, quien publicó su biografía el año 1940, aunque se volvió a editar resumida en 1986. Hay otros de los que he recogido algunos datos complementarios, y citaré sobre la marcha sus nombres. Todo lo demás (es decir, la mayor del texto) está escrito reproduciendo fielmente las palabras de los cronistas de la época. Y como también ellos fueron personajes excepcionales, habrá que empezar presentándolos en el escenario.


     Imagen: Hacia el año 1931, el escultor gringo Rumsey hizo tres copias de esta grandilocuente escultura del excepcional Francisco Pizarro. Ahí vemos una de ellas luciendo majestuosa en la plaza de su precioso pueblo natal, Trujillo. Otra de las copias tuvo sus más y sus menos en Lima. Estuvo a la entrada de la catedral, hasta que, por misteriosas presiones del obispo, la retiraron y quedó arrinconada largo tiempo en un almacén. En esos vaivenes de la crítica antiespañola, se decidió finalmente respetar la memoria del extremeño, y aunque el sitio es más modesto, ahora se la puede ver en el limeño Parque de la Muralla.


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