PIZARRO Y LA CONQUISTA DEL PERÚ
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El día 6 de octubre del año pasado, 2016, dejé paralizado (aunque abierto a
cualquier lector interesado) este blog tras haber permanecido 410 días
continuos narrando hechos de la asombrosa historia de los españoles en Las
Indias. Los 162 últimos estuvieron
dedicados a resumir el magnífico y extenso libro HISTORIA VERDADERA DE LA
CONQUISTA DE LA NUEVA ESPAÑA, escrito por uno de sus protagonistas, el sencillo
pero excepcional BERNAL DÍAZ DEL CASTILLO.
Después de esta larga pausa, ‘vuelvo a las
andadas’, sumergiéndome en otra historia muy parecida en su peripecia y en su
grandiosidad, pero, como es natural, con algunas diferencias importantes respecto
a lo que fue lo que contó magistralmente Bernal sobre el descubrimiento y
ocupación del imperio azteca. Ahora ‘toca’ hablar de la conquista de Perú.
No solo voy a cambiar de historia, sino
también la manera en que deseo contarla. Mantendré la misma pasión, que brotará de la frescura de
las impresiones que me han producido los acontecimientos que he ido conociendo.
Seguiré esmerándome en ser objetivo, fiel a los hechos, cuidadoso con sus
protagonistas, mostrando empatía con los indios y con los españoles, evitando también
juicios desenfocados por nuestra perspectiva actual, y me esforzaré en tratar
de conseguir que la forma de narrar sea lo más amena posible, con cierto
sentido del humor y cercanía a quien lo lea, sin pedantería ni estilo doctoral,
algo que no me corresponde porque, afortunadamente, este trabajo no será, ni de
lejos, una tesis doctoral.
Pero haré un cambio arriesgado: no tener
como tertuliano al entrañable ectoplasma de Sancho Ortiz de Matienzo (fallecido
en 1521), de quien escribí una amplia biografía. Fue antes un recurso muy
agradable y le daba viveza a la narración, pero creo que sería un error ‘tocar
en la misma tecla’ (como diría Bernal), porque esto va a ir para largo y
resultaría agotador mantener tanto tiempo ‘el dúo’. Sin embargo, sí me referiré
a él en algunas ocasiones, ya que Sancho tuvo mucho que ver con las historias
de Indias. Yo casi podría decir que, como director de la Casa de la
Contratación de Indias, no solo mandó a aquellas tierras ‘enchufados’ a sus dos
importantes sobrinos, Juan y Pedro Ortiz de Matienzo, sino también a mí,
quedando luego deslumbrado por todo lo que fui conociendo de aquella epopeya.
Espero, no obstante, poder mantener el tono riguroso en los hechos y ameno en
la narración que creo conseguimos Sancho y yo juntos.
Como he insinuado, habrá también asombrosos
parecidos entre las hazañas de Pizarro y Cortés, de Perú y México. Tengo
intención de irlos comparando según transcurra la historia, y comprobaremos que
también hubo notables diferencias en sus vidas y en sus conquistas.
Lo que ya escribí en el blog tuvo un éxito
notable, que, para decepción mía, fue mucho mayor en el extranjero (sobre todo
en Estados Unidos) que en España. Decepción y sorpresa, porque era de suponer
que ocurriría lo contrario. A pesar de estar paralizado el texto, siguen siendo
abundantes las visitas, auque conozco a muy pocos de los lectores, por lo que
cada página escrita será para mí principalmente una sencilla pero entusiasmada
charla con unos pocos amigos.
Como en Las Indias los grandes personajes
cruzaron sus vidas con frecuencia, va a ser necesario que me vaya de vez en
cuando por las ramas para dar alguna pincelada sobre sus biografías, todas ellas
dignas de un peliculón. Pero que no cunda el pánico, porque merecerá la pena
hacerlo y volveré rápidamente al tronco principal, que es Pizarro. En cualquier
caso, esto va a durar mucho, y habrá que darle un premio de consolación al
lector que siga fiel a la tertulia hasta el último día.
Va a ser también necesario indicar cuáles
son las principales fuentes que he consultado para contar esta larga historia.
De los historiadores de nuestra época, he seguido, sobre todo, a uno, y me ha
servido para el esquema central de la historia de Pizarro. Se trata de Manuel
Ballesteros Gaibrois, quien publicó su biografía el año 1940, aunque se volvió
a editar resumida en 1986. Hay otros de los que he recogido algunos datos
complementarios, y citaré sobre la marcha sus nombres. Todo lo demás (es decir,
la mayor del texto) está escrito reproduciendo fielmente las palabras de los
cronistas de la época. Y como también ellos fueron personajes excepcionales,
habrá que empezar presentándolos en el escenario.
Imagen: Hacia el año 1931, el escultor gringo Rumsey hizo tres copias de
esta grandilocuente escultura del excepcional Francisco Pizarro. Ahí vemos una
de ellas luciendo majestuosa en la plaza de su precioso pueblo natal, Trujillo.
Otra de las copias tuvo sus más y sus menos en Lima. Estuvo a la entrada de la
catedral, hasta que, por misteriosas presiones del obispo, la retiraron y quedó
arrinconada largo tiempo en un almacén. En esos vaivenes de la crítica
antiespañola, se decidió finalmente respetar la memoria del extremeño, y aunque
el sitio es más modesto, ahora se la puede ver en el limeño Parque de la
Muralla.
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