jueves, 6 de octubre de 2016

(Día 410) ESTO SE TERMINA. El gran BERNAL, el entrañable SANCHO y un servidor nos despedimos de los QUERIDOS LECTORES, que han sido muchos e internacionales. Es probable que Sancho y yo volvamos a rememorar historias de LAS INDIAS, pero no será pronto. Hoy resumimos las últimas páginas escritas por BERNAL. Solo nos queda enviaros UN FUERTE ABRAZO A TODOS.

(162) -¡Allá va la despedida!, muy queridos y pacientes lectores.
     -Ha sido una gozada mientras duró, ilustrísimo y tierno Sancho. Nos queda todavía una última charla con el insuperable Bernal. Vivió plácidamente su vejez en la capital, Santiago de Guatemala, hoy llamada Antigua, pero nos va a hablar de cosas tristes propias del que siente que va avanzando en la ancianidad. Vuelve a recordar la riada que arrasó la vieja capital cuando cayó como una catarata desde el cráter del Volcán de Agua: “Los vecinos que escaparon buscaron los cuerpos de los muertos, los enterraron y se acordó poblar la ciudad donde está ahora. Y no fue buen acuerdo, porque  nunca faltan trabajos de venir el río crecido o temblores. Cada año, a once de setiembre, se hace una procesión que sale  desde la nueva iglesia mayor hasta la Ciudad Vieja para que Dios perdone nuestros pecados”. Bernal terminará el libro hablando esquemáticamente de los gobernadores que hubo en México hasta el año1568, y luego anuncia otro capítulo sobre los arzobispos y obispos de esa época, pero lo dejó sin hacer, dándole a su texto un ligero aspecto de inacabado, aunque el detalle tenga poca importancia en una obra tan magnífica y, en realidad, tan completa. Al recordar a los gobernadores, rememora el triste final de Pedro de Alvarado, que lo fue de Guatemala, y le da pie para tomar el hilo de sus propias vivencias en la capital. Nos va a servir como definitivo epílogo de estas inolvidables tertulias que hemos tenido con él. Confirmando los temores de Bernal sobre el nuevo emplazamiento de la ciudad, ocurrió lo siguiente: “En el mes de mayo de 1566, comenzó a temblar de tal arte la tierra que parecía que nos iba a sorber, y cayeron al suelo muchas casas, lo que duró nueve días; íbamos en santas procesiones por mitad ce las calles, temiendo que fuera venido el fin de nuestros días (ya comentamos que en 1775, otro terremoto obligó a trasladar a un lugar próximo la capital)”. La catedral se salvó, y cuando le llegó la hora de entregar el alma a Dios, que se la dio, Bernal fue enterrado en ella, como dijimos, al lado de la tumba de Pedro de Alvarado y de su enamorada esposa, la ‘sin ventura’ Beatriz de la Cueva. Con el paso del tiempo, otro terremoto dejó en ruinas el sagrado edificio, pero conserva dentro los históricos restos, y una placa que certifica que allí yace uno de los personajes más grandes y entrañables de la Historia: DON BERNAL DÍAZ DEL CASTILLO.
    
     -Llegó la hora, queridísimo Sancho. Han sido 463 días seguidos comentando tu biografía y tu tiempo, dedicando los 162 finales para el amplio resumen de esa maravilla que escribió el sin par Bernal Díaz del Castillo. Contigo he recorrido un variadísimo paisaje físico y humano a través de la Historia, que me ha dejado un regusto de serena compasión por lo que somos, y he tenido la gran suerte de hacer sorprendentes amistades de tertulia con gente que  no conocía y que me ha mostrado la riqueza de sus sentimientos y sus inquietudes. Esto es, al menos por un tiempo, el ‘the end’ de nuestra actividad como comentaristas de Indias, pero quizá volvamos algún día a la carga porque la causa lo merece. Tengo ya todo preparado para el viaje, bonachón abad; así que toma tú la palabra.

     -No te me derrumbes, tierno lloroncico. Te llevo conmigo al Reino de la Risa, donde verás lo que nunca imaginaste, y comprenderás el por qué de todo, incluso de lo más horrendo. Os doy una bendición supersalvadora a todos aquellos que habéis seguido nuestras tertulias. Como dice  mi sublime biógrafo, nos vamos; pero os seguiremos vigilando, por aquello de que ‘cuando el gato no está, los ratones  bailan’. Si alguna vez os pasáis y sentís un calambrazo, sabed que ha sido cósmico y procede de Quántix. Pero será cariñoso, para que, después de haber disfrutado de la tentación (¡ay, Señor!, cuánto entiendo de eso), os dejéis de pendejadas y volváis a enriquecer vuestras vidas con sana ilusión y redoblada energía (sin dopaje).  Si fracasáis porque estáis mal hechos, poco importa: no olvidéis nunca que lo más grande es vivir y quererse mucho.  Ya con el pie en el estribo, nos despedimos rotos de emoción. ¡SAYONARA, BABYS!


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