martes, 4 de octubre de 2016

(Día 408) BERNAL responde enérgicamente a los dos “expertos” que critican su obra: él ha demostrado la verdad de lo que cuenta, y tiene (igual que sus compañeros) el derecho a enorgullecerse de sus gloriosos hechos, sin los cuales CORTÉS no habría conquistado MÉXICO.

(160) –Vete colocando el equipaje, terrícola: nos vamos a Quántix.
     -Merecerá la pena, sabio ectoplasma: volveré de allá renovado y libre de estupideces. Pero hemos de llegar hasta el fin con Bernal, y seguro que en el Reino de la Risa le hace gracia la virulencia con que reaccionó a una crítica de su libro. Primeramente, uno de los dos ‘sabios’ le echó una flor: “Después de haber leído mi relación, uno de los licenciados, que era muy retórico y presuntuoso, alabó la gran memoria que tuve para no se me olvidar cosa ninguna de todo lo que pasamos desque vinimos a la Nueva España el año diecisiete hasta el sesenta y ocho (cuando lo escribió). En cuanto a la retórica, dijo que va según nuestro común hablar de Castilla la Vieja, y que en estos tiempos se tiene por más agradable, porque no van razones hermoseadas, como se ha solido poner, sino todo a las buenas llanas, y que debajo desta verdad se encierra todo bien hablar”. Ya ves, reverendo, que el comienzo fue muy halagüeño.
     -Ciertamente, entrañable biógrafo mío. Pero solo era un preámbulo de la banderilla de fuego que le puso después. Y Bernal se encabritó: “Dijo también que le parecía que me alabo mucho sobre las batallas en que me hallé, y que otras personas lo habían de decir y no yo; y que, para que tenga más crédito lo que escribo, que diese testigos. A esto se puede responder que el marqués, en una carta que escribió a Su Majestad, le hizo saber que vine a descubrir la Nueva España dos veces antes que él, y luego me vio como muy esforzado soldado en todas las batallas que digo. Y también el virrey Mendoza hizo una relación que se conformaba con todo lo que el marqués escribió, y además hay probanzas muy bastantes que por mi parte fueron presentadas en el Real Consejo de Indias el año cuarenta. ¿Quién puede loar y escribir lo que aconteció, sino los capitanes y soldados que se hallaron en tales guerras juntamente con nosotros? Y por esta causa lo puedo decir, y aun me jacto de ello. ¿Por qué no lo diré? Y aun con letras de oro habría de estar escrito. ¿Quieren que lo digan  las nubes o los pájaros que en aquellos tiempos pasaron por lo alto? Lo que  veo en los escritos de Gómara e Illescas es que solamente alaban a Cortés,  callan nuestras hazañas, con las cuales le ensalzamos a ser marqués y tener la fama y nombradía que tiene”. Le hierve la sangre por esa injusticia, aunque deja claro que la gloria de Cortés era merecida. Insiste Bernal en cuál era el primer objetivo de su libro. Los cronistas solo se acordaban de Cortés, “pero también nos habían de entremeter en sus historias a nuestros esforzados soldados, y no dejarnos a todos en blanco, como quedaríamos si yo no metiera la mano en recitar y dar a cada uno su prez y su honra. Y asimismo está bien que haya memorable memoria de mi persona y de los muchos y  notables servicios que he hecho a Dios y a Su Majestad; y también para que mis hijos y descendientes osen decir con verdad: ‘Estas tierras vino a descubrir mi padre y fue de los primeros en las conquistar’. Y demás desto, para que vean que no me alabo tanto como debo, diré que me hallé en muchas más  batallas que las 53 que tuvo Julio César, por lo que no es demasiado que yo escriba los heroicos hechos del valeroso Cortés, y los míos y los de mis compañeros. Y digo más: que de todos los loores y sublimados hechos que el marqués hizo, y de las siete cabezas de los reyes que tiene por armas y de blasón, y de las letras que puso en la culebrina (llamada el Fénix) que le envió a Su Majestad -‘Esta ave nació sin par; yo, en serviros, sin segundo; y vos, sin igual en el mundo’-, parte me cabe de las siete cabezas y de lo que dice en la culebrina, ‘yo, en serviros, sin segundo’, pues yo le ayudé en todas las conquistas, y a ganar aquella prez y honra y estado, todo lo cual está muy bien empleado en su muy valerosa persona”. Imposible negar que Bernal se limita a pedir lo que le corresponde, sin robarle nada al poco escrupuloso Cortés.

     Foto: Puede parecer que Bernal exagera en sus reclamaciones. Pero, después de recorrer con él la tremebunda historia de la conquista de México, de la que salió vivo de milagro tras sufrir lo indecible, a nadie le puede extrañar que, a pesar de la admiración que siempre le rindió a Cortés, se rebelara contra la exitosa crónica de Francisco López de Gómara, hecha por encargo de Martín Cortés para mayor y exclusiva gloria de su padre. Bernal solo quiere JUSTICIA para él y sus compañeros, y en su libro mostró una extraordinaria ecuanimidad; si alguna vez la pasión le hace perder la serenidad, se debe a que nadie puso las cosas en su sitio, y se vio obligado a hacerlo él, actuando forzosamente como juez y parte.


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