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–La vida pasa veloz, asustado filósofo, y llega el año 1550.
-Bernal era ya cincuentón, ilustrísimo
menés, y, probablemente, sería una especie de leyenda entre los españoles de la
conquista, por lo que les representó en la Corte durante una reunión que
trataba de las encomiendas de indios. Defendiendo sus propios intereses (y los
de sus compañeros), él consideraba de justicia que las concesiones fueran
perpetuas y heredables. De hecho, acabaría por suprimirse ese privilegio, pero
veamos lo que vivió Bernal durante esos días, que fue un espectáculo memorable
por la extraña coincidencia astral ante Felipe II (sustituía a su padre) de 4
insignes e irrepetibles personajes de Indias. En algún momento, tú los
conociste a todos.
-Y bien dices, fiel escudero.
Lamentablemente, a Bernal lo vi pasar por la Casa de la Contratación sin darme
cuenta de su genialidad. Los otros tres ya brillaban con esplendor cuando yo
también lo hacía (la modestia sobra). O sea, el grandísimo Bernal con un trío
insuperable: el obispo Pedro de la Gasca, tan hábil y corajudo que acababa de
pacificar Perú ejecutando a Gonzalo Pizarro; Bartolomé de las Casas, el
superfraile y obispo dominico del que sobra ya cualquier comentario; y (contén
las lágrimas, lloroncico) el obispo de Michoacán Vasco de Quiroga, que
convirtió aquel territorio en una digna réplica de la Utopía de Tomás Moro. Se
reunieron, pues, los cuatro magníficos con los prohombres del Consejo de
Indias, presididos por el marqués de Mondéjar: “Y la mayoría de los
procuradores y otros caballeros dimos nuestro voto de que se hiciesen perpetuos
los repartimientos. Pero hubo votos contrarios, y fueron los del obispo de
Chiapas (Bartolomé de las Casas), el licenciado y obispo Gasca, el marqués de
Mondéjar y dos oidores, diciendo que había muchas personas en Perú que tenían
tanta renta de indios que merecían ser castigados, y no dárselos ahora
perpetuos, y que, además, habría soldados que, como viesen que no había indios
para ellos, se volverían a amotinar. Entonces don Vasco de Quiroga, que era de
nuestra parte (el que hombre tan humano y
heroico defensor de los indios pensara así, es síntoma de que el problema
resultaba muy complejo), le dijo al obispo de la Gasca por qué no castigó (en Perú) a los (españoles) bandoleros y traidores. Y respondió el de la Gasca
riendo: ‘¿Creerán, señores, que no hice
poco en salir a salvo de entre ellos después de descuartizar a algunos?”. Era
un caso de realpolitik. La verdad es que se trataba de un asunto demasiado
comprometido, y los del Consejo de Indias no se atrevieron a decidir,
esquivándolo con buenas promesas: “Y dijeron que, en viniendo Su Majestad (Carlos V) de Augusta (Augsburgo), se proveería de manera que
todos los conquistadores quedarían muy contentos, y así se quedó por hacer”.
Vuelto Bernal a Guatemala, los españoles intentaron un nuevo envío de
procuradores a la Corte para negociar sus intereses, “y según pareció, no se
concertó la ida por falta de pesos de oro. Luego tornaron los de México a
enviar procuradores a Castilla, pero nunca se negoció cosa que buena sea, y
desta manera andamos de mula coja y de mal en peor, y de un virrey a otro, y de
gobernador en gobernador”. En lo que Bernal tenía ya puesta la mayor ilusión
era en publicar su ‘maravilla’, aunque los dioses no le permitieron al
orgulloso padre llegar a ver tan lindo retoño. Pero sí tuvo que lidiar con
algunas críticas. Bernal va a reaccionar
con sencillez, pero sin perder un ápice de seguridad en la importancia de su
obra, ni retroceder un paso en cuanto a la verdad de lo que cuenta: “Cuando
acabé de sacar en limpio esta mi relación, me rogaron dos licenciados que se la
prestase para saber las cosas de la conquista de México y en qué diferían con
lo que tienen escrito los cronistas Gómara e Illescas. Y yo les presté un
borrador. Parecióme que de varones sabios siempre se pega algo de su ciencia a
los idiotas (ignorantes) sin letras
como yo; y les dije que no enmendasen cosa ninguna, porque todo lo que yo
escribo es verdadero”. Una parte de las opiniones de los ‘no idiotas’ le va a
encender a Bernal.
Foto: Esto va por ti, romántico mancebo.
Al sin par Vasco de Quiroga le han colocado ese busto en su pueblo natal,
Madrigal de las Altas Torres. Si alguien torpedea su proceso de canonización en
marcha, se las verá conmigo, porque no solo fue un culto y sensible humanista,
sino también un santo. Le bautizaron en la iglesia de San Nicolás –no es la de
la foto-, en la misma pila bautismal que a Isabel la Católica y a varios de tus
antepasados; casi puedes presumir de ser del linaje de los Trastámara.
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