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GONZALO PIZARRO y RODRÍGUEZ DE AGUILAR. Así de sonoro era el nombre del
inquieto y valeroso trujillano. Y tenía tres motes que lo retratan. El Largo,
por su estatura (en eso, en su osadía y en su fortaleza física coincidió con su
hijo Francisco Pizarro); el Romano, por su currículo en las guerras de Italia;
y el Tuerto, porque así lo dejó una herida de guerra (también hubo en Indias
varios tuertos de renombre, como, entre otros, Pánfilo de Narváez, Orellana y
Almagro, el socio de Pizarro). Nacido hacia 1446, entre guerra y guerra, que
fueron muchas, le dio tiempo para ejercer de regidor en Trujillo, como lo había
sido su padre, y todo indica que fue uno de los prohombres de la villa.
El historial militar de Gonzalo fue
impresionante, llegando a obtener el grado de coronel. Parece ser que ya luchó
en la toma de Granada, y su constatada participación en la guerras de Italia
consolidó su prestigio, siendo incluso ensalzado por su jefe, el mítico
estratega Gonzalo Fernández de Córdoba (el Gran Capitán), teniendo, además,
allí como compañero de armas a otra leyenda de aquellos tiempos, Diego García
de Paredes, de fortaleza excepcional y también trujillano, conocido como el
Sansón de Extremadura. En estas historias todo se entrelaza, y me viene a la
memoria que Bernal Díaz del Castillo, en uno de sus comentarios y para ensalzar
el mérito de Cortés (a quien también ‘atizaba’ cuando era necesario), lo
comparaba con Alejandro Magno, el Gran Capitán y el mencionado Diego García
Paredes, quien, por cierto, tuvo un hijo, del mismo nombre, que consiguió
apresar y ejecutar al terrorífico Lope de Aguirre, de triste memoria.
Tras las campañas de Italia, el bravo
Gonzalo volvió a Trujillo, pero no era un hombre amante de la vida sosegada y
quiso ser protagonista en otra página importante de la historia de España, la
que trajo como consecuencia la unificación definitiva de nuestro territorio.
Estaba en juego el destino de Navarra y allá se fue Gonzalo, con más de sesenta
años, para luchar contra una alianza del ejército navarro y el francés.
Castilla venció en la batalla definitiva, el año 1521, con lo que, ya para
siempre, el territorio español actual quedó consolidado. Un año después y todavía
combatiendo, murió Gonzalo Pizarro Rodríguez de Aguilar, dando pruebas de la
asombrosa resistencia de su naturaleza.
Pocos soldados pudieron presumir de haber participado en
hazañas bélicas de tanta importancia. Pero el fogoso Gonzalo fue protagonista
de otro tipo de ‘proezas’: tuvo hijos de, al menos, cinco mujeres. Lo curioso fue que a todos los varones les dio su apellido,
a pesar de que solo uno era legítimo, lo que choca más todavía en una época en
la que no era preceptivo transmitirlo a la descendencia. Algo habría de orgullo
familiar en este gesto y de sincero afecto por los que eran carne de su carne.
El destino le premió concediéndole que los cuatro varones hicieran historia. Veamos
cómo los repartimos:
El gran FRANCISCO PIZARRO fue el mayor de
todos; nació bastardo hacia 1477.
El
siguiente en edad fue HERNANDO PIZARRO Y DE VARGAS, quien, por ser el único
legítimo (su madre se llamaba Isabel de Vargas y Rodríguez de Aguilar, de claro
parentesco con su marido) tuvo todos los derechos sobre la herencia familiar. Murió
el año 1580 y, por algún despiste en los datos sobre la fecha de su nacimiento,
se le ha atribuido con frecuencia una longevidad disparatada. En realidad, vino
al mundo en 1504, lo que ya supone haber tenido una existencia mucho más larga
que la media de sus contemporáneos. Luchó al lado de su padre en las guerras de
Navarra, y tropecé en PARES (archivo digitalizado de documentos históricos
españoles) con una orden del rey en la que se le nombra capitán del ejército.
Es un texto que honra sobremanera a Hernando y a su padre, y creo que merece la
pena trascribirlo (modernizando mínimamente su redacción):
“EL
REY (Carlos V). Por cuanto estoy informado que, cuando entró el ejército de
Francia en nuestro Reino de Navarra, Juan Nicorte, reo, Capitán de Infantería,
no guardando la fidelidad y lealtad que nos debía, se quedó en Pamplona con los
franceses, por cuya causa el Duque de Nájera, nuestro Virrey y Capitán General
del dicho reino, nombró en su lugar a Hernando Pizarro, hijo del Capitán Gonzalo
Pizarro, persona hábil y suficiente para ello por lo mucho que el dicho su
padre y él nos sirvieron en el cerco de Logroño, y que los nuestros virreyes y
gobernadores de los Reinos y Señoríos de Castilla le confirmaron en nuestro
nombre el cargo, por ende, yo, por la presente, lo he por bien y lo confirmo y
apruebo y, si necesario es, por esta mi carta recibo de nuevo al dicho Hernando
Pizarro por Capitán de Infantería ordinario en lugar del dicho Juan Nicorte,
reo. Y mando que le sea librado el mismo salario que él tenía, según y cuando y
como libraren los semejantes maravedís que de Nos tiene firmado, y a los
contadores mayores, que asienten el traslado de esta mi cédula en los libros de
su sueldo. Y se tome sobrescrito de este original para que lo tenga el dicho
Hernando Pizarro. Hecha en Gante, a 27 de julio de 1521 años”.
Por tratarse de una copia que le entregaron
a Hernando, lleva al pie (nítidamente) su firma.
Es de suponer que sus propios genes, el
hecho de ser el único varón legítimo y este extraordinario currículo militar
(capitán por meritos de guerra con solo 17 años) puedan explicar por qué los cronistas
de Indias lo calificaron de altanero y responsable máximo de los gravísimos
enfrentamientos que se produjeron en Perú entre los españoles.
JUAN PIZARRO ALONSO y GONZALO PIZARRO
ALONSO eran los más pequeños, y los tuvo su padre, Gonzalo, ilegítimamente pero
con una sola mujer, María Alonso. Juan nació hacia 1509, y Gonzalo en 1510. Los
avatares de Perú hicieron que su vida fuera excesivamente corta.
Termino ya esta breve reseña de GONZALO
PIZARRO y RODRÍGUEZ DE AGUILAR lavando un poco su imagen de empedernido
picaflor: su legítimo matrimonio con Isabel solo duró cinco años, por
fallecimiento de ella, y, durante ese tiempo, únicamente tuvo hijos con su
mujer, tres en total, Hernando y dos hermanas.
(Imagen)
Gonzalo Pizarro y su único hijo legítimo, Hernando Pizarro, participaron en la
fase final de las guerras que anexionaron definitivamente Navarra a España,
quedando, desde el año 1524, completada la unidad total de lo que hoy es
nuestro país. El proceso anterior había sido la toma del reino de Granada, que
fue heredado después, juntamente con la
Corona de Castilla y la de Aragón, por Juana la Loca, y, al fallecer
esta, por su hijo Carlos V. Los dos Pizarro, padre e hijo, tuvieron un
destacado papel luchando en Navarra, siendo nombrado Hernando capitán a los 17
años, una edad completamente excepcional.
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