jueves, 22 de junio de 2017

(Día 414) Hernando Pizarro, protagonista fundamental (con sus tres hermanos) en la conquista de Perú, fue el primero que comunicó al rey el apresamiento de Atahualpa. Su paisano Diego de Trujillo, testigo de los hechos, escribió una breve pero sabrosa crónica.

(4) HERNANDO PIZARRO como cronista. Dado que fue una figura central de la época más intensa de la campaña de Perú, nos vamos a encontrar al personaje continuamente. En su momento, aportaré datos más extensos sobre sus orígenes y las experiencias que tuvo antes de embarcar para Las Indias, por lo que ahora bastará indicar algunos detalles. De los cuatro hermanos Pizarro de esta historia, fue el único hijo legítimo (aunque su progenitor les dio el apellido a todos), recibió una esmerada educación y, como soldado en las guerras de Navarra, obtuvo muy joven el grado de capitán. Méritos aparte, parece ser que tenía un carácter demasiado soberbio, y más de un cronista le echó gran parte de la culpa de los graves conflictos que hubo en Perú entre los propios españoles. Quizá considerarle cronista sea una exageración, porque lo que escribió sobre el tema fue sumamente breve (escasamente 20 páginas), pero tiene el valor de ser la primera noticia oficial de los asombrosos acontecimientos de Perú, y hecha, además, por uno de los personajes más notables, aunque no llegó a ser entonces un texto conocido por el público, porque se trató de una carta dirigida al rey el 23 de noviembre de 1533. Hay en ella un pasaje en el que me parece ver confirmado el carácter prepotente y acaparador de Hernando. Comenta que su hermano le había ordenado presentarse ante Atahualpa (el inca estaba muy cerca, pero no se decidía a tener el primer encuentro con Pizarro). Hernando explica que visitó al gran cacique acompañado de un capitán español. Pero no menciona que ese capitán era Hernando de Soto (otra figura de primer orden), quien ya había estado antes con el casi divino emperador, siendo el primer español que llegó a verle, en un acto de extrema valentía porque Atahualpa estaba rodeado de su inmenso ejército.
     DIEGO DE  TRUJILLO fue otro de los protagonistas del Perú que nos aportó datos; su crónica es muy breve, pero sustanciosa porque amplía la información recogida por Francisco de Xerez. La hizo muy posteriormente, el año 1571, y a petición del extraordinario virrey Francisco de Toledo, nacido en Oropesa y conocido como el Solón Virreinal por su ejemplar sensatez. (En estas historias de Perú, los nombres de oriundos de Extremadura irán saliendo encadenados como las cuentas de un rosario). Como indica su apellido, el cronista Diego era trujillano, al igual que los Pizarro. Nació hacia 1505 en una familia de hidalgos de segundo nivel, y, en 1530, cuando el mismísimo Pizarro se presentó en su pueblo para llevarse a sus tres hermanos consigo a Las indias y reclutar gente para aquella loca aventura, fue uno más de los que se emborrachó de ilusión, no se preocupó de calcular el enorme riesgo y se apuntó en la lista.
     Diego de Trujillo, durante toda la campaña peruana, luchó como soldado de a pie. Casualmente, fue uno de los que, con Hernando Pizarro, fueron adonde Atahualpa para conseguir que se decidiera a conocer a Francisco Pizarro. Poco después de terminar la ocupación con la toma del Cuzco,  Diego volvió a España hacia 1536, llegando a Trujillo como un hombre rico y prestigioso, pero en 1547 volvió a las aventuras de Indias, estableciéndose en la ciudad del Cuzco. Hay algo curioso a partir de entonces. La 1ª guerra civil de los españoles en Perú ya había pasado, pero hubo otras. Cuando Gonzalo Pizarro (sucesor de su hermano Francisco) se alzó contra el rey, Trujillo luchó a su lado, lo que le convertía también a él en rebelde. Gonzalo, finalmente derrotado, perdió la cabeza, pero Diego se libró de tan duro castigo. En la última guerra civil, también escogió el caballo perdedor, Francisco Hernández Girón, alzado contra el Rey y, finalmente, ejecutado; pero, una vez más, Diego de Trujillo salió bien parado (quizá, en ambos casos, por no haber tenido una jerarquía militar importante).
    Todo parece indicar que disfrutaba de algún carisma especial, porque vivió el resto de sus días en paz y muy respetado, como lo prueba la confianza que le tuvo el gran virrey (uno de los mejores de Indias) Francisco de Toledo. Hay un dato que muestra su carácter comprensivo y responsable: tuvo acogidos en su casa a los  nietos de Atahualpa, de los que fue su tutor. Murió hacia 1575.
     Un último comentario. Aunque su obra fue breve, Trujillo la escribió muy bien y con gran expresividad, pero decepciona esa escasez porque, de habérselo propuesto, nos habría regalado una crónica sumamente interesante.


     (Imagen) Si Extremadura fue origen de muchos ilustres aventureros de las Indias, probablemente la cacereña Trujillo bate el récord por metro cuadrado. Allí nacieron Hernando Pizarro (hermano del ‘glorioso’) y Diego de Trujillo, y los cito ahora juntos porque los dos dieron noticia de la conquista del Perú (Hernando en una carta dirigida al rey, y Diego en una crónica breve pero jugosa). La plaza de Trujillo es una delicia donde por todos los rincones se repite el eco de viejas historias de ultramar. El señorial palacio con escudo esquinado que se ve al fondo lo construyeron Hernando Pizarro y su mujer (y sobrina), la mestiza hija del gran Pizarro, llamada Francisca Pizarro Yupanqui, que era asimismo sobrina de Atahualpa (hermoso lío).


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