viernes, 25 de octubre de 2019

(Día 937) Diego de Almagro el Mozo le escribe una carta a Vaca de Castro con muy poco tacto, e incluso amenazante, centrándose exclusivamente en defender sus pretendidos derechos.


     (527) Estando ya muy cerca del emplazamiento de Vaca de Castro, los almagristas decidieron enviarle un mensaje para que se negociara la paz. Redactaron para Vaca de Castro una larga carta, firmada por Almagro el Mozo, y otra, más breve, escrita por sus capitanes. El incansable Cieza pudo verlas después con sus propios ojos, copiándolas íntegramente,  pero haré un resumen de lo esencial. Empieza él con el siguiente comentario: “De las cuales yo tuve los originales (quizá las viera en algún archivo de Lima), e las pondré a la letra, como acostumbro a hacer con otras que he puesto y pondré”. Es consciente del valor testimonial e histórico de este tipo de documentos. La primera carta se la dirige personalmente Diego de Almagro a Vaca de Castro. Lo cierto es que se trataba, una vez más, de un esfuerzo baldío, porque el Mozo, cosa lógica, quería vender ‘sus’ argumentos, y, como se suele decir, a Vaca de Castro le iban a entrar por un oído y salir por el otro. El encargado de llevar los documentos fue Lope de Idiáquez, en quien el Mozo confiaba mucho para defender su causa.     
     La carta para Vaca de Castro empezaba muy mal, de forma ofensiva. Le decía que se asombraba en gran manera de que, viniendo desde España como juez nombrado por el Rey, se pusiera de parte de quienes habían provocado todo el alboroto. Llega a reprocharle que se ha conjurado con los de Pizarro contra él, olvidándose de cómo fue asesinado su padre, y de que le han quitado la gobernación que le corresponde por herencia. Luego deforma la argumentación, nuevamente con falta de tacto hacia Vaca de Castro,  haciéndose el mártir y considerándose libre de toda culpa: “Sabiendo de la venida de Vuestra Merced en mi perjuicio, con mano armada e con mis enemigos, o, por mejor decir, de Su Majestad, temiéndome ser Vuestra Merced damnificado de los que me parecen favorecerse, salí al Cuzco para irle a buscar, e, llegando aquí, supe lo que no poco me ha escandalizado”.
     Insiste en sus derechos de gobernador, y vuelve a soltar inconveniencias: “E digo que los que me siguen e yo somos servidores e vasallos de Su Majestad, e peleamos bajo su imperial estandarte, defendiendo esta merced (la gobernación heredada) hasta que Su Majestad mande lo que más convenga a su servicio, pues, en caso de que yo sepa que su voluntad sea que no tenga yo esta gobernación, la dejaré, juntamente con las armas”. Se olvida también, de forma interesada, de que Vaca de Castro era precisamente el Juez encargado por el Rey, con plenos poderes (que abarcaban toda la gobernación de Perú), para someter a su autoridad a los que allí vivían y dictar sentencia sobre el pleito entre almagristas y pizarristas. El asesinato de Pizarro lo ‘juzgó’ Vaca de Castro de inmediato (con todo derecho) como una rebeldía contra el Rey que convirtió a los pizarristas en los buenos de la película. Continúa diciendo que, si Vaca de Castro no se hubiese juntado, o se apartara, de sus enemigos los pizarristas, le obecería como lo hace con el Rey. Y, acto seguido, le amenaza abiertamente: “Pero, no haciéndolo así, certifico a Vuestra Merced que mis hombres y yo iremos a defender los límites de esta gobernación, e atacaremos a todos los que quisieren usurparlos”.

     (Imagen) García de Lerma fue un caso raro, ya que su verdadera experiencia era la de espabilado mercader y, sin embargo, tuvo cargos políticos de mucha importancia en las Indias, adonde fue  varias veces. En uno de sus viajes, llegó el año 1529 como flamante Gobernador del territorio colombiado de Santa Marta. Lo que nos interesa ahora es que, dentro de la larga lista de sus acompañantes, figuraba LOPE DE IDIÁQUEZ, que ya había batallado antes en Cuba, México y Guatemala; de él nos acaba de decir Cieza que era muy amigo de Diego de Almagro el Mozo. Esa terminación en ‘ez’ de su apellido engaña. En realidad es vasco. En los archivos aparece Lope relacionado con otros paisanos, como Zabala y Zurbano (de quien hablaremos en la próxima imagen). Además de ser soldado, el año 1530  actuaba como funcionario en Santa Marta, ejerciendo el cargo de Contador. Cuando se trasladó a Perú, y estando al servicio primeramente de Diego de Almagro el Viejo, y después, de su hijo, su larga experiencia militar, su cultura y su sensatez hicieron que se le confiaran varias misiones de negociar la paz con el bando contrario. Naturalmente, fracasó, porque las posturas eran irreconciliables. Participó, como almagrista, en la batalla de las Salinas.  Pero el mal resultado de la negociación que hizo en 1542 con Vaca de Castro, provocó que Diego de Almagro el Mozo lo considerara un traidor, y que Idiáquez, dolido, se pasara al enemigo. Derrotado Almagro, Idiáquez habló en su defensa, pero fue degollado. Sin duda, continuó siendo fiel al Rey, porque en 1549 formó parte de la gloriosa expedición que hizo Pedro de Valdivia a Chile, aunque es muy probable que, poco después, LOPE DE IDIÁQUEZ muriera luchando contra los durísimos indios araucanos.



No hay comentarios:

Publicar un comentario