(524) Algo en el carácter del gran militar Perálvarez Holguín lo
convertía en un tipo desquiciante. Y así, hasta al muy sensato Alonso de
Alvarado lo hizo perder los nervios. La escena va a parecer un sainete: “Alonso
de Alvarado se enojó tanto, que lo desafió por medio de una carta y, al verla
Perálvarez, se airó en demasía. Cuando quería salir al desafío, se enteró Vaca
de Castro, llamó a Alonso de Alvarado, y le rogó que, pues era el capitán más
antiguo y siempre había servido al Rey, no quisiese, por tan livianas cosas y
en tiempo tan dificultoso, mostrarse enemigo de Perálvarez. Luego le mandó al
secretario Pedro López que le pidiese a Perálvarez la carta del desafío, el
cual le respondió que no mirase en aquellas cosas, pues ya la había rasgado. Vaca
de Castro (que estaría ya histérico) tornó a mandar a Pedro López, a
Lorenzo de Aldana e a Frrancisco Godoy para que les diese la carta, y, hecha
pedazos, se la envió a Vaca de Castro. Interviniendo Godoy, Aldana y Garcilaso
de la Vega, los hicieron de nuevo amigos y quedaron tan conformes como lo
estaban antes”. En resumen: discusiones insensatas por simplezas, con el riesgo
de que cualquiera de los dos capitanes, tan importantes para las tropas de Vaca
de Castro, hubiese muerto.
Llegó el momento de que partieran de Jauja Vaca de Castro y los suyos,
pero Cieza nos traslada al Cuzco mostrándonos que la traumática muerte de
García de Alvarado había creado bastante malestar entre algunos de los hombres
de Diego de Almagro el Mozo: “Viendo el descontento que había entre los amigos
de García de Alvarado, habló Almagro con Martín Carrillo, Baltasar de Castilla
e otros principales (partidarios de Alvarado), diciéndoles que les haría
mercedes y que hubo sobrada razón para matar a García de Alvarado. Ellos se
mostraron contentos de seguirle. Luego todos acordaron enviar a un tal Aguirre,
vizcaíno, con diez de a caballo, para que fuesen hacia Huamanga, y tomasen un
indio intérprete, conocedor de aquellas tierras, pues les era muy conveniente
tener información. Partieron para cumplir la orden de Don Diego, y, enterados
pronto de que Vaca de Castro estaba en Jauja con mayor potencia que Don Diego,
les pareció saludable mostrarse de su parte y abandonar a Don Diego”.
Lo que sigue lo narra Cieza de manera confusa. Viene a decir que Aguirre
iba por delante y lo mataron unos indios. Sus diez acompañantes se vieron luego
tan acorralados que les fue imposible regresar al Cuzco, de manera que tuvieron
que retirarse hacia la ciudad de Huamanga, y allí el capitán pizarrista Diego
de Rojas, después de apresarlos, ejecutó a la mayoría de ellos.
Se entristeció Diego de Almagro
al conocer la noticia, con la sensación de que demasiadas cosas estaban
saliendo mal, y hasta tuvo otro problema con dos soldados, uno de ellos el
retorcido Martín Carrillo (recordemos que era muy amigo de García de Alvarado,
y el otro lo sería también).
(Imagen) Hablemos de JERÓNIMO DE ALIAGA. Una coma traidora me despista.
Leo: “Nacido en Segovia, en 1508 fue a Castilla del Oro”. En realidad, nació el
año 1508, y llegó al territorio indiano de Castilla del Oro hacia 1528. Protagonizó
una brillantísima hoja de servicios en el campo militar y en cargos
administrativos, sobre todo desde el año 1530, en el que se unió a la
prometedora locura de Pizarro. Estuvo en el apresamiento de Atahualpa, y allí
recibió su parte del asombroso botín. Participó en la fundación de muchas poblaciones,
siendo una de ellas la de Lima, ciudad en la que jugó un papel muy relevante en
la lucha contra el cerco de los incas. Allí le vemos ahora saliendo a recibir
entusiasmado, con otras autoridades, al Gobernador Cristóbal Vaca de Castro. Recordemos
también que, poco antes, corrió junto a otros compañeros a evitar el asesinato
de Pizarro, pero llegaron tarde. Aunque fueron apresados por los pizarristas,
Aliaga consiguió pasarle valiosa información a Vaca de Castro sobre el estado
en que se encontraba la ciudad. Ejerció como Teniente de Gobernador de Lima y
los brillantes cargos públicos de Escribano Mayor de Perú y Primer Secretario
de la Real Audiencia. Su eterna fidelidad a los Pizarro encontró un obstáculo
insalvable cuando Gonzalo Pizarro se rebeló contra la Corona: se puso de
inmediato a las órdenes del gran Pedro de la Gasca, y vencieron al trágico
Gonzalo en la batalla de Jaquijaguana. JERÓNIMO DE ALIAGA regresó a España en
1550. Residió con su segunda mujer en Villapalacios (Albacete), donde murió de
enfermedad el año 1569, lo que le impidió realizar su deseo de volver al Perú.
En Lima dejó una preciosa casa (la de la foto), que compite en antigüedad con
la que vimos del Tesorero Alonso de Riquelme, pero con la ventaja de que ha
seguido habitada por los Aliaga ininterrumpidamente desde el año 1536, estando
ahora llena de valiosos recuerdos históricos y familiares.
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