Recordemos que el cronista
Pedro Pizarro estaba entre los apresados por Almagro en el Cuzco. Va a contar las
cosas escuetamente, pero su información es interesante. Anoto unos datos
aportados por él que enlazan con lo anterior de Cieza: “Alonso de Alvarado
llegó a Cochacaxa y al río Abancay, que
está a unas veinte leguas del Cuzco, no pudiendo ser vadeado en invierno, y, en
verano, con trabajo. Aquí supo Alonso de Alvarado de la entrada de Almagro en
el Cuzco y de la prisión de Hernando
Pizarro, por lo que se detuvo en Cochacaxa, que está en lo alto de un cerro y
tiene una llanada pequeña, desde donde baja una cuesta de casi una legua hasta
el río de Abancay. Dejando el real y gente en lo alto, bajó al puente de
Abancay, y aquí hizo una albarrada, y se quedó guardando este paso con más
gente de guerra. Ordenó a cincuenta de a caballo que fuesen a dar aviso al
Marqués Don Francisco Pizarro de lo sucedido”.
Unos y otros, a través de los indios,
recibían información de lo que estaba pasando. De esa manera, también Almagro
supo que Alonso de Alvarado estaba asentado muy cerca del Cuzco. La inquietud
en ambos bandos era enorme, sobre todo por la posibilidad de un trasvase de
desertores, una baza que estaban jugando tanto Almagro como Hernando Pizarro,
quien consiguió enviarle una carta a Alonso de Alvarado para reforzar su
lealtad y la de los hombres bajo su mando haciéndoles ver que Almagro había
ocupado el Cuzco sin respetar la tregua que tenían establecida. La mayor
inquietud para Alvarado era que el gran capitán Pedro de Lerma, resentido por
haber sido privado del mando supremo, se aliase con Almagro, que es lo que
ocurrió.
Sigamos a Pedro Pizarro: “Ya dije que
Antonio Picado le quitó la gente a Pedro de Lema y se la dio a Alonso de Alvarado, porque este Picado,
siendo su secretario, tenía tanto poder con el Marqués, que no se hacía más que
lo que él quería y ordenaba, lo que fue harto mal en esta tierra, como más adelante
diré (no resulta creíble que tuviera más
poder que Pizarro). Pedro de Lerma venía disconforme en su pecho, sin darlo
a entender, por la afrenta que le había hecho Picado de quitarle el cargo de
general y dárselo a Alvarado. Traía muchos amigos Pedro de Lerma, y hombres
principales, y visto que tenía coyuntura para vengarse de la injuria que le
habían hecho, pidió, al parecer, a sus amigos que le escribiesen a Almagro para
que atacase sin miedo, que ellos le entregarían presos a Alonso de Alvarado y a
su gente. Se dijo también que, después de haber conocido la discordia que había
en el campo de Alvarado y el recado de Pedro de Lerma, Almagro determinó ir a
Abancay, enviando aviso de su partida a Pedro de Lerma y a sus amigos, y prometiéndoles
grandes mercedes. Cuando supieron que Almagro había salido, Pedro de Lerma y
sus amigos fingieron estar muy de la parte de Don Francisco Pizarro, procurando
que los pusiesen en el lugar más peligroso, el del vado del río, indicándole
luego a Almagro que acometiera por aquel lugar porque todo lo encontraría
llano”.
(Imagen) Ya di datos en otra reseña sobre
ANTONIO PICADO, un auténtico (y valiosísimo) trepa. Vimos que llegó a Perú con
el gran Pedro de Alvarado, y que, en cuanto pudo, se pasó al ejército de
Pizarro. Era su complemento ideal, supliendo las carencias culturales y la
escasa habilidad diplomática del insuperable conquistador extremeño. Le fue
fiel hasta la muerte, víctimas los dos del mismo complot. Vimos también que,
antes de que lo ejecutaran, decidió casarse con su amante, Elena Martínez,
quien, años después, logró que la justicia oyera sus súplicas, como consta en
esta cédula: “Real Cédula del príncipe (Felipe II) a la Audiencia de Lima para
que se dé lo que pide a Elena Martínez, madre de dos hijos residentes en el Perú,
Antonio y Francisco Picado (hijos de la
pareja); al primero le mandó matar Diego de Almagro (el Mozo), y al segundo lo mataron los indios, de los cuales
quedaron muchos bienes que reclama como legítima heredera”. En una parte de otro
documento (el de la imagen) vemos cómo se inició, en 1530, la ascensión de
Antonio Picado: “Don Carlos: Por cuanto
mandamos al Alcalde Mayor de la provincia de Nicaragua que examinara
para la merced de escribano e notario público a D. Antonio Picado en la nuestra
Corte y en todos nuestros Reinos e Señoríos, y, siendo hábil, os entregasen
esta nuestra provisión, por ende, con testimonio de vuestra habilidad, y por
hacer bien a Vos, el dicho Antonio Picado, tenemos por bien y es nuestra merced
y voluntad que de agora y de aquí adelante, para en toda vuestra vida, seáis
nuestro escribano y notario público en la nuestra Corte y en todos nuestros
Reinos y Señoríos”.
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