martes, 29 de septiembre de 2015

(5) -Hello, my dear son.
      -Wellcome, my dear dad.
     -Está bien esta variación lingüística. Dejaremos el alemán, porque para dominar ese sonido de hormigonera hay que meterse piedras en la boca. Empecemos tímidamente a comentar tu libro. Has demostrado que mis antepasados vinieron a Mena desde Carranza, e incluso tuviste la fortuna de encontrar en el Valle de Ruesga (Cantabria) el solar más primitivo de nuestra familia. Allí está, en el barrio de Matienzo, la casa. Tuviste suerte: fue llegar y besar el santo. Otras veces, tus incansables esfuerzos de investigación resultaron estériles. Así  de afortunado y fácil fue tu descubrimiento de dos documentos que dejaron mi historia familiar al desnudo (destrozaste mi pudor). Me refiero al de la cesión de bienes que le hice a mi querido hijo Luis y al del testamento que él otorgó.
     -En ellos aparece diáfana vuestra memoria del carranzano barrio de Matienzo, pero sin la menor alusión a vuestros orígenes más primitivos, los que se sitúan en el Matienzo cántabro.
     -No te lo voy a explicar. Quizá desconociéramos ese punto de partida. Pero puede haber otra razón: algún resentimiento entre parientes. Recuerda  lo que te dijo, con mucha sorna, nuestro común amigo, esa entrañable persona llamada Pepe Bustamante, cuando le comentaste que conocías extensamente tu genealogía: “En todas las familias ha habido alguna mujer alegre o algún ahorcado”.
     -Y yo le contesté que la mía había sido intachable.
     -Y él te replicó, con chispitas en la mirada: “Tú, sigue, sigue investigando”. Mañana hablaremos más del Matienzo de Cantabria y del de Carranza, no sea que la audiencia se nos  fatigue hoy (los terrícolas, porque los de Quántix nos siguen con pasión; por supuesto, ectoplásmica). Ahora quiero que cuelgues una fotografía en la que está tu querida alumna Natalia con la casa solariega de los Matienzo de Cantabria al fondo. Y fíjate en el simbolismo: en primer plano, Natalia, linda descendiente directa de aquellos indígenas a quienes tanto explotamos; y, a su lado izquierdo, la morada más antigua de la que brotaron las raíces de este prepotente funcionario (que el Señor me perdone), encargado por el rey de organizar aquellos viajes amenazadores con el símbolo de la espada, aunque también, afortunadamente, evangelizadores con el de la cruz. Bye, bye, my dear, and happy dayversary.
      -Thanks a lot, my good dad.


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